Para Weber, la unidad mínima para estudiar la sociología es la “Acción social”. Esta es la acción con sentido, siempre orientada a otros. Explica el comportamiento del individuo en relación con otro, estableciendo las “conexiones de sentido”. Sólo un hecho es una acción social cuando hay una intencionalidad por parte del actor. También, es correcto decir que no existen acciones objetivas, están todas arraigadas al sentido que le otorgan los mismos actores (y el sociólogo que las analiza).
Para saber qué significa una acción y por qué se está haciendo, es necesario conocer el sentido de la acción. Los individuos interpretan y atribuyen sentidos a las acciones de los otros constantemente.
Para entender qué es lo que las personas hacen, Weber creó un instrumental teórico de “categoría de acción”. Separa a las distintas acciones en cuatro grupos:
- Acción racional con arreglo a fines: Se lleva adelante para la obtención de un fin. Es la relación entre los medios y los fines para llegar a una acción determinada. Arbitra los medios más económicos para alcanzar dicho fin.
- Acción racional con arreglo a valores: En este caso, no importan los medios sino la satisfacción. El individuo hace lo que tiene que hacer, independiente de si consigue el fin o no.
- Acción afectiva: Emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales.
- Acción tradicional: determinada por una costumbre arraigada, principios o normas.
Las dos últimas están en la frontera, es decir, no son racionales.
Para Weber, las relaciones sociales derivan de la intencionalidad y la motivación del individuo. Es decir, existe una relación cuando hay un nexo común respecto a una situación y cada uno de los individuos participantes considera las espectativas del otro. Para que se de la relación, es necesaria la condición de previsibilidad. Es decir, (acá entra el concepto de “reciprocidad”) es la probabilidad de que se actuará socialmente en una forma (con sentido) esperable.
Te ganaste el cielo, o al menos mí gratitud
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