1- Institucionalización
a) Organismo y actividad
Berger comienza diciendo que todos los animales no humanos, como especie y como individuos, viven en mundos cerrados, cuyas estructuras están predeterminadas por el capital biológico de las diversas especies animales. Pero que, por otro lado, las relaciones del hombre con su ambiente se caracterizan por su apertura al mundo. El hombre no sólo ha logrado establecerse sobre la mayor parte de la superficie terrestre, sino que su relación con su mundo circundante está estructurada muy imperfectamente por su propia constitución biológica. A pesar de esto, el hombre presenta ciertas limitaciones obvias.
La organización de los instintos del hombre está subdesarrollada. El organismo humano aún se sigue desarrollando biológicamente cuando ya ha entablado relación con su ambiente. En otras palabras, el proceso por el cual se llega a ser hombre se produce en una interrelación con su ambiente.
El ser humano en proceso de desarrollo no sólo se relaciona con un ambiente natural determinado, sino también con un orden cultural y social específico.
La humanidad es variable dede el punto de vista socio-cultural. Es decir, no hay naturaleza humana en el sentido que determine la variabilidad de las formaciones socio-culturales.
Berger afirma que el hombre posee una naturaleza, es más, el hombre construye su propia naturaleza, es decir, el hombre se construye a sí mismo.
Luego menciona que la sexualidad humana se caracteriza por su alto grado de elasticidad, que no solo es relativamente independiente de los ritmos temporales, sino que se adapta tanto a los objetos hacia los que puede dirigirse como a sus modalidades de expresión. Es decir, el hombre es capaz de casi todo. La sexualidad humana está dirigida y estructuralizada en cada cultura particular. Toda cultura tiene su configuración sexual distinta. Esto es producto de las propias formaciones socio-culturales del hombre.
Berger afirma que el período en que el organismo humano se desarrolla hacia su plenitud, es también aquel en que se forma el “yo humano”. La formación del yo debe entenderse en relación con el permanente desarrollo del organismo. Los presupuestos genéticos del yo se dan al nacer, más tarde se experimenta omo identidad reconocible objetiva y subjetivamente. El desarrollo común del organismo y el yo humanos en un ambiente socialmente determinado se relaciona con la vinculación peculiarmente humana entre el organismo y el yo. El hombre es un cuerpo, tiene un cuerpo, y se percibe a sí mismo como entidad que no es idéntica a su cuerpo.
La autoproducción del hombre es siempre una empresa social. Los hombres producen juntos un ambiente social con la totalidad de sus formaciones socio-culturales y psicológicas. Así como es imposible que el hombre se desarrolle en aislamiento, también es imposible que el hombre aislado produzca un ambiente humano. Tan pronto como se observan fenómenos específicamente humanos, se entra en el dominio de lo social.
La estabilidad del orden humano puede darse en dos planos:
- Todo desarrollo individual del organismo está precedido por un orden social dado, o sea que la apertura al mundo está siempre precedida por el orden social.
- Podemos decir que la apertura al mundo, es siempre transformada por el orden social en una relativa clausura al mundo. Aún cuando esta nueva clausura nunca pueda cercarse a la de existencia animal, puede otorgar dirección y estabilidad a la mayor parte del comportamiento humano.
Berger afirma que el orden social es un producto humano. Una producción humana constante. Es decir, no se da biológicamente. El orden social no forma parte de la “naturaleza de las cosas” y no puede derivar de las “leyes de la naturaleza”. Existe solamente como producto de la actividad humana.
b) Orígenes de la institucionalización
Toda actividad humana está sujeta a la habituación (proceso por el que ante un impulso repetido, la respuestas no varían). Implica que la acción puede volver a ejecutarse en un futuro de la misa manera y con idéntica economía de esfuerzos.
Las acciones habitualizadas retienen su carácter significativo para el individuo. Si bien en teoría puede haber cientas maneras para hacer algo, la habitualización las restringe a una sola. A través de las producciones que produce, puede anticipar la actividad que habrá de realizarse en cada una de ellas. Estos procesos de habituación anteceden a toda institucionalización.
La institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores.
Las tipificaciones (adaptación de varias cosas semejantes al patrón de un modelo) que constituyen las instituciones son accesibles a todos los integrantes de un determinado grupo social. Las instituciones establecen que las acciones del tipo X sean realizadas por actores del tipo X.
Las instituciones implican historicidad y control. Siempre tienen un historia, de la cual son productos los individuos. También controlan el comportamiento humano estableciendo pautas definidas de antemano que lo canalizan en una dirección determinada.
De todos modos, su eficacia controladora es secundaria o suplementaria, el control social primordial ya se da de por sí en la vida de la institución en cuanto tal. Solamente se requieren mecanismo de control adicionales cuando los procesos de institucionalización no llegan a cumplirse cabalmente.
Ejemplo: la sexualidad humana se controla socialmente por su institucionalización en el curso de la historia particular de que se trate. El tabú del incesto en si mismo no es más que el aspecto negativo de un conjunto de tipificaciones.
Cuando A y B interactúan, se producirán tipificaciones con suma rapidez. A observará actuar a B. Atribuirá motivos a los actos de B y, viendo que se repiten, tipificará los motivos como recurrentes. Desde un principio, tanto A como B supondrán esta reciprocidad en la tipificación. Cada uno estará en condiciones de prever las acciones del otro, es decir, la interacción de ambos llegará a ser previsibles. Entonces, este caso estará en vía de construcción de un mundo social que contendrá en su interior las raíces de un orden institucional de expansión, debido a la división del trabajo y a las innovaciones a nuevas habituaciones, ampliando más el trasfondo común a ambos individuos.
El trabajo, la sexualidad y la territorialidad son otros focos probables de tipificación y habituación.
Cuando aparece un tercero en la situación original de A y B, ahora se transmite a otros, la institucionalización se perfecciona. Esto se debe a que adquieren historicidad. Perfeccionan una cualidad: la objetividad. Es decir, las instituciones se han cristalizado y se experimentan como existentes por encima y más allá de los individuos. Las instituciones se experimentan ahora como si poseyeran una realidad propia, que se presenta al individuo como un hecho externo y coercitivo.
A y B son los únicos responsables de haber construido este mundo, también ellos son capaces de cambiarlo o abolirlo. El mundo así plasmado les resulta transparente, comprenden el mundo que ellos mismos han construído. Pero todo esto se altera al transmitir el mundo a otra generación, la objetividad del mundo institucional se “espesa”. El “ya volvemos a empezar” cuando A y B recién empezaban a relacionarse, se transforma en “Así se hacen las cosas”.
Una vez llegados a este punto, ya es posible hablar de un mundo social en el sentido de una realidad amplia y dada. Solamente así, como mundo objetivo, pueden las formaciones sociales transmitirse a la nueva generación.
Si consideramos el factor más importante de socialización, el lenguaje, vemos que para el niño aparece como inherente a la naturaleza de las cosas y no puede captar la noción de su convencionalismo. Las instituciones aparecen de la misma forma, como dadas, inalterables y evidentes por sí mismas.
En resumen, un mundo institucional, se experimenta como realidad objetiva, tiene una historia que antecede al individuo y no es accesible a su memoria biográfica.
Con la historización y objetivación de las instituciones también surge la necesidad de desarrollar mecanismos específicos de controles sociales. Las instituciones deben invocar la autoridad sobre el individuo, con independencia de los significados subjetivos que aquél pueda atribuir a cualquier situación particular. Hay que enseñarle a los niños cómo comportarse, y después obligarlos a andar derecho. Cuanto más se institucionaliza el comportamiento, más previsible y, por ende, más controlado se vuelve.
Las instituciones tienden verdaderamente a la “cohesión”. Algunas relevancias serán comunes a todos los integrantes de una colectividad. Por otra parte, muchas áreas de comportamiento serán relevantes sólo para ciertos tipos.
Sobre el lenguaje, Berger afirma que proporciona superposición fundamental de la lógica al mundo social objetivado. Sobre el lenguaje se construye el edificio de la legitimación. Dado que el individuo bien socializado “sabe” que su mundo social es un conjunto coherente, se verá obligado a explicar su buen o mal funcionamiento en términos de dicho “conocimiento”
Dado que dicho conocimiento se objetiva socialmente como un cuerpo de verdades válidas en general acerca de la realidad, cualquier desviación radical que se aparte del orden institucional aparece como una desviación de la realidad, y puede llamársela depravación moral, enfermedad mental o ignorancia a secas.
Lo que en la sociedad se da por establecido como conocimiento, llega a ser simultáneo con lo cognoscible, o en todo caso proporciona la armazón dentro de la cual todo lo que aún no se conoce llegará a conocerse en el futuro.