La producción y reproducción de la vida es una exigencia dictada por las necesidades biológicas del organismo humano y a la vez, lo que es más importante, la fuente creadora de nuevas necesidades yLa explicación de la desigualdad – Rosemary Crompton
Todas las sociedades complejas se caracterizan, en un grado variable, por la desigual distribución de las recompensas materiales y simbólicas. Es también el caso de que nunca ha existido una estructura persistente de desigualdad económica y social sin que hubiera también algún tipo de sistema de significados que persiguiera tanto explicar cómo justificar la desigual distribución de los recursos sociales.
El de “estratificación social” es un término general que describe estas estructuras sistemáticas de la desigualdad. En las sociedades tradicionales o preindustriales, está muy extendida la idea de que las desigualdades, y por ende, la estratificación social son naturales y/o reflejan aspectos de la cosmología que proveen una explicación de la sociedad misma. Si las desigualdades son naturales, entonces no es necesario seguir investigándolas.
Las desigualdades derivan de una estructura de la sociedad establecida por la divinidad (por ejemplo, el sistema de castas de la India clásica). El rango social corresponde a la pureza religiosa (ritual). Las castas inferiores contaminan a las superiores.
El kharma le enseña a un hindú que ha nacido en determinada casta o subcasta debido a que ello es lo que se merece como consecuencia de sus acciones en una vida anterior. El dharma, que significa “existir conforme a lo que es moral”, enseña que vivir la vida presente de acuerdo con las normas tiene como resultado el nacimiento en una casta superior.
En la Europa feudal, la estratificación venía también acompañada de justificaciones morales y religiosas. La condición del individuo estaba determinada por el acceso a la tierra. Era una sociedad jerárquica en la que el campesinado hecho siervo estaba sometido a la dominación de los señores eclesiásticos y seculares. La Iglesia poseía el poder moral y económico. Dios había concedido la tierra al hombre para que la habitara con el propósito de lograr su salvación eterna.
Europa occidental y gran parte del resto del mundo cambiaron debido al desarrollo del industrialismo capitalista, el elemento más relevante del proceso se ha definido como la llegada de la Modernidad. Se desarrolló desde el siglo XVII el argumento de que, en virtud de su humanidad, todos los seres humanos nacían iguales, no desiguales.
Si todo individuo nace con derechos naturales, ¿por qué algunos individuos dominan a otros?.
Hobbes, afirmaba que la vida en el estado de naturaleza era “peligrosa, brutal y corta”, se caracterizaba por la guerra del “hombre contra el hombre”. La solución a este problema del orden era la sumisión al estado, sin la cual no habría más que caos. Locke, también afirmó que era la autoridad del estado la que mejor podía garantizar los “derechos naturales” a la vida, la libertad y la propiedad. Rousseau expresó en una conocida frase que desde entonces ha resonado a lo largo de la historia, que “el hombre nació libre y en todas partes se lo encuentra encadenado”. Afirmaba que la democracia directa expresada por medio de la voluntad general proporcionaba la mayor protección al individuo.
El fin de la sociedad tradicional y el desarrollo del industrialismo capitalista se produjo junto al énfasis en la racionalidad del hombre social moderno.
Los cambios políticos que crearon el individuo formalmente libre también alumbraron al trabajador sin tierra que tenía el derecho de vender lo único que poseía: su trabajo o capacidad de trabajar. El trabajo se convirtió en una mercancía.
Las revoluciones inglesas y francesas fueron los principales cambios políticos que se produjeron en la transición al industrialismo capitalista.
Toda la historia de la sociedad humana hasta el día es una historia de luchas de clases. La desigualdad era y siempre había sido un reflejo del diferente acceso a los medios de producción y a lo que se producía.Para Marx, el poder del estado era inseparable del poder económico, y el individuo soberano del capitalismo no era sino una condición necesaria del desarrollo del modo de producción capitalista.
Los trabajadores sin tierra que aparecieron como consecuencia del cambio político y económico constituían una nueva clase: el proletariado.
En este libro analizaremos la “clase” como un fenómeno distintivamente moderno.
Constituye principalmente una característica de los sistemas modernos de estratificación de las sociedades industriales. Esto no significa que las clases no existieran antes de la modernidad, sino que el discurso de la clase se ha convertido en uno de los conceptos más importantes para empezar a comprenderla.
Las ideologías asociadas a la religión y la costumbre, en las sociedades tradicionales, identificaban los distintos niveles de recompensa material que debían corresponder a los diferentes rangos de la sociedad, ofrecían esperanza tras la muerte y proporcionaban una poderosa justificación moral para la distribución des-desigual de recursos.
Orden social y teorías de la diferenciación social.
La desigualdad constituye un rasgo característico de toda sociedad compleja. Las desigualdades materiales no han de ser algo necesariamente negativo. Ese es el argumento sobre el cual los neoliberales hablan de la desigualdad.
Los orígenes de las teorías funcionalistas de la estratificación se encuentran en el funcionalismo estructural parsoniano que dominó la teoría sociológica en los Estados Unidos tras la segunda guerra mundial.
También reflejan algunos elementos del análisis Durkhenianos de las consecuencias sociales últimas de la división del trabajo de la sociedad industrial. Durkheim era plenamente consciente de las consecuencias negativas de la división del trabajo (la pobreza, el descontento social, etc) generadas por el desarrollo del capitalismo industrial. Pero afirmaba que, las formas normales de la división del trabajo conducirían al desarrollo de la “solidaridad orgánica”, la solidaridad a través de la interdependencia en la sociedades industriales complejas.
En la sociedad competitiva de mercado, el que tiene más talento y ambiciones, en suma, el mejor, es el que llega más alto y por lo tanto el que consigue la mayor parte de la recompensa de las sociedades. Sin embargo muchos estudiosos han comentado que estos argumentos se basan en la presunción de la igualdad de oportunidades.
La igualdad de oportunidades es una justificación poderosa de la desigualdad. Si todos tienen las mismas oportunidades de ser desiguales, entonces el resultado desigual pueden considerarse justo y justificarse como un reflejo de la desigualdades naturales entre los talentos personales y no de procesos sociales estructurados. Nunca se ha alcanzado una verdadera igualdad de oportunidades.
Los funcionalistas han utilizado dos argumentos estrechamente relacionados para explicar y justificar las desigualdades materiales en una sociedad que reconoce política y jurídicamente la igualdad.
Las recompensas desiguales proporcionan una estructura de incentivos que garantiza que los individuos con talento se esforzarán e innovarán contribuyendo así a la mejora de los niveles materiales de la sociedad en su conjunto. Aparece la idea de que existe un amplio consenso sobre la legitimidad de las diferentes recompensas, porque esos innovadores son funcionalmente más importantes para la sociedad.
Marx predijo que la estructura fundamental de la desigualdad de clases asociada al acceso diferente a la propiedad y al control de los recursos productivos, conduciría a través de la lucha de clases entre el trabajo y el capital a la derrota revolucionaria y a la transformación final del industrialismo capitalista.
En conclusión, todo hace suponer que la clase continúa siendo un tema que merece un artículo de toda una página en un prestigioso dominical. Los sociólogos podrían replicar que el uso del término clase, en el discurso académico difiere considerablemente de su uso en el habla coloquial: la utilización cotidiana de la palabra se aproxima más a la noción de prestigio o distinción social.
Quien crea que nos encaminamos hacia una sociedad sin clases, sólo tiene que pararse a considerar la procedencia social de los que inician estudios superiores para rectificar su opinión.
capacidades. La reproducción es el primer hecho histórico y la producción de la vida material es una condición fundamental de toda la historia.
Todo individuo, con sus acciones cotidianas, vuelve a crear y reproduce la sociedad en cada momento:de aquí proviene lo que es estable en la organización social, y éste es, a la vez, el origen de una modificación interminable.
Marx alude a Adam Smith calificándolo de “Lutero de la economía política”, porque él, y después los demás economistas, han situado correctamente en el trabajo la fuente de autocreación del hombre. La autocreación del hombre por medio de la reproducción entraña un proceso de desarrollo social. Los seres humanos nunca producen simplemente como individuos, sino que siempre lo hacen como miembros de una determinada sociedad.
“Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y através de estos vínculos y relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y como se efectúa la producción.”
Las modificaciones de las fuerzas productivas que se dan en la transición del feudalismo al capitalismo pueden encontrar su explicación en los términos de una serie convergente de hechos históricos.
El dominio Clasista
Las clases surgen, según Marx, allí donde las relaciones de producción entrañan una división diferenciada del trabajo que permite una acumulación de producción excedente, ésta puede pasar a manos de un grupo minoritario. Empezando así la relación explotadora respecto a la masa de productores.
La actividad productiva es la actividad vital del hombre. Es la raíz de toda sociedad. Supone la cooperación de los individuos ya que el trabajo tiene que realizarse en conjunto. Cuando se acumula el trabajo se produce el excedente. Dicho excedente puede ser apropiado por una minoría que lo usa como resorte, generando las condiciones de explotación.
La explotación es distinto que el dominio. La explotación va más allá que la dominación. Un grupo se apropia del trabajo y del producto producido por otro.
Aquí nos encontramos con el concepto de “Desigualdad”, que significa que las diferencias son ordenadas jerárquicamente. Si bien las diferencias no siempre suponen desigualdad, ni asimetrías de poder, cuando poseen un carácter social, generan desigualdad.
En consecuencia, conviene emplear el término “dominio” que “autoridad”.
Cuando pensamos en estratificación social, pensamos en división del trabajo. (En las sociedades esclavistas o feudales, hay distinta apertura de estos estratos). En la sociedades actuales, la diferencia de clase radica en los obreros y la burguesía.
Marx decía que las relaciones de producción existen en cualquier sociedad. Ya que son propias de un momento histórico y no son universales.
Las clases no son grupos de ingresos. Los ingresos son una consecuencia de la clase. La distribución no cambia las relaciones de producción. La distribución de bienes económicos no es un ámbito separado de la producción o independiente de ella, sino que está determinado por el modo de producción.
Si bien puede creerse que las clases no son más que desigualdades en la distribución de ingresos, y que por lo tanto el conflicto de clases puede mitigarse o incluso eliminarse introduciendo medidas que minimicen las diferencias en los ingresos, para Marx, las clases son un aspecto de las relaciones de producción. Ya que las clases se constituyen por la relación de grupos de individuos respecto a la posesión de propiedad privada sobre los medios de producción.
Para Marx, las clases tampoco son una división funcional. En cambio para Durkheim, las clases significan la multiplicidad de acuerdo a una función.
Las clases son posiciones antagónicas, necesariamente contrapuestas. Siempre habrá conflicto, ya que el explotador depende del grupo explotado. Y siempre se forman en la lucha.
El concepto de la explotación, es lo que distingue a la teoría marxista.
Los capitalistas forman una clase sólo en la medida en que se ven obligados a sostener una lucha común contra otra clase. Ellos mismos se enfrentan unos con otros, en el plano de la competencia, en pos de ganancias en el mercado.
Estructura clasista y relaciones en el mercado
Todas las sociedades clasistas de la historia muestran un sistema de relaciones más complicado que interfiere con el eje dicotómico de la estructura de clases. En la sociedad burguesa se dan tres tipos de estas agrupaciones que complican el asunto:
1) Clases que, aunque desempeñan un importante papel económico y político en la forma existente de la sociedad, provienen de un conjunto de relaciones de producción que, o bien están caducando, o bien están surgiendo.
2) Las capas sociales que están en relación de dependencia funcional respecto a una de las clases, y que, por lo tanto, tienden a identificarse políticamente con ella. Éste es el alto personal ejecutivo. Asalariado pero que explota el trabajo ajeno. Se identifican políticamente con la burguesía.
3) El Lumpenproletariado, son grupos heterogéneos de individuos que quedan al margen del sistema de clases porque no están plenamente integrados a la división del trabajo. No consiguen vender su fuerza de trabajo. Estos son los delincuentes, los vagabundos, gente sin profesión fija, etc.
Según Marx, la distribución de las clases y la naturaleza del conflicto entre ellas cambian considerablemente con la aparición de sucesivas formas de sociedad.
Las puras relaciones de mercado no aparecerán hasta el advenimiento del capitalismo.
El cual depende de la expropiación de una masa de trabajadores que, a parte de su fuerza de trabajo, no tienen nada que ofrecer a cambio de los medios de subsistencia. La sociedad burguesa ha desgarrado sin piedad las “abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus superiores naturales”. El frío interés, el cruel pago al contado… En una palabra, en lugar de explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una relación de explotación abierta, descarada, directa y brutal.
En la sociedad, una vez establecido el capitalismo, su progresivo desarrollo tiende más y más a la creación de dos grandes clases que en mercado se oponen directamente: la burguesía y el proletariado. Las demás clases están en transición y son absorbidas por una de las dos colectividades más importantes.
Para Marx, el poder político y económico están vinculados estrecha pero no inseparablemente. La forma de gestión política se relaciona estrechamente con el modo de producción y, por ahí, con el grado de preponderancia que tengan en la economía las relaciones de mercado. La propiedad privada aparece primeramente como tal en el mundo antiguo, pero queda restringida a sectores limitados. En la Edad Media, la propiedad pasa por varias etapas desde la propiedad feudal de la tierra hasta la propiedad corporativa convertible.
En conclusión, la propiedad continúa vinculada a la comunidad, y por ello también lo están las relaciones de dominio clasista.
El capitalismo moderno, está condicionado por la gran industria y la competencia universal que se ha despojado ya de toda apariencia de institución comunitaria.
El influjo de las relaciones de mercado: clases y estamentos.
En “economía y sociedad” de Weber, contiene dos secciones que tratan de clases y estamentos.
Weber define la acción económica como el proceder que busca, por medios pacíficos, adquirir el control de las utilidades deseadas (bienes y servicios). El mercado distingue del intercambio recíproco directo (trueque) en la medida que incluye la acción económica especulativa orientada hacia la obtención de ganancias por medio del comercio competitivo. Las clases sólo pueden existir cuando tal mercado, que puede tomar numerosas formas concretas, ha empezado a existir, y esto a su vez presupone la formación de una economía monetaria. La moneda, posibilita la estimación de los valores intercambiados, en términos cuantitativos y fijos. Así, las relaciones económicas se liberan de las obligaciones y vínculos particulares de la economía comunitaria local, y su fluidez queda determinada por las oportunidades materiales que tienen los individuos de usar la propiedad, bienes y servicios que poseen para cambiarlos en el mercado competitivo. Con ello, explica Weber, comienza la lucha de clases.
La forma en que se halla distribuido el poder de posesión sobre bienes de intercambio, crea por si misma, posibilidades específicas de existencia. Es decir, lo que comparten la misma situación de mercado o situación de clase están sometidos a similares exigencias económicas.
Una clase designa un agregado de individuos que comparten la misma situación. Los que carecen de propiedad, y que sólo pueden ofrecer servicios en el mercado, se dividen según los tipos de servicio que pueden ofrecer, lo mismo que los que poseen la propiedad pueden diferenciarse según lo que poseen y cómo lo usan para fines económicos.
Weber reconoce con Marx, que la posesión contra la no posesión de la propiedad es la base más importante de la división de clases en un mercado competitivo.
Entre los grupos positivamente favorecidos (empresarios que ofrecen artículos para vender en el mercado, empresarios que participan en la financiación de estas operaciones, banqueros) y los negativamente favorecidos (trabajadores asalariados), se extiende una amplia gama de clases medias que, o bien poseen pequeñas propiedades, o bien poseen alguna capacitación que puede ofrecerse como servicio en el mercado (funcionarios, artesanos, campesinos).
Weber distingue también lo que él denomina “clases simplemente sociales”. Aquí, los individuos pueden trasladarse libremente dentro de un conjunto común de situaciones de clase (por ejemplo, un hombre puede trasladarse sin dificultades de un empleo administrativo a otro parecido en otra firma o institución), constituyen una clase social determinada.
Weber describe que el capitalismo está formado por las siguientes clases sociales:
1) La clase de los obreros manuales, la existencia de diferencias de capacitación, especialmente cuando tales capacitaciones están controladas como monopolios, es el factor que más amenaza la unidad de clase obrera. Pero el aumento de la mecanización de la industria arrastra a una gran proporción de obreros hacia la categoría semi calificada.
2) La pequeña burguesía.
3) Los trabajadores de “cuello blanco”, los técnicos e intelectuales carentes de propiedad.
4) Los grupos dominantes, empresariales o propietarios.
Los grupos de individuos pueden compartir una misma situación de clase sin ser conscientes de ello, y sin formar ninguna organización para fomentar sus intereses económicos comunes.
La conciencia de clase llega a desarrollarse más pronto en aquellas circunstancias donde:
1) La clase enemiga es un grupo que aparece visiblemente en directa competencia económica. Por ejemplo, la clase obrera puede organizarse para luchar contra el empresario.
2) Donde hay un gran número de personas que comparten la misma situación de clase.
3) Donde es sencillo organizar una asamblea y la comunicación entre sí.
4) Donde la clase en cuestión se busca unos dirigentes, de procedencia intelectual o no, que proporcionan objetivos claros y comprensibles a sus actividades.
La clase hace referencia a las características objetivas de la situación de mercado de muchísimos individuos. Weber rechaza la idea de que los fenómenos económicos determinan directamente la naturaleza de los ideales humanos.
Para Weber, un estamento consiste en un número de individuos que comparten la misma situación estamental. Los que forman un estamento, al contrario de los que forman una clase, son casi siempre conscientes de su situación común.
Las clases según la propiedad a menudo constituyen estamentos determinados, las clases comerciales raramente lo hacen.
Los que forman un estamento normalmente manifiestan su distinción de los demás llevando un particular estilo de vida, y poniendo cortapisas a la interacción o relación de los demás con ellos. (Por ejemplo, la imposición de limitaciones sobre el matrimonio).
Los estamentos, en cuanto diferenciados de las clases, tienen una importancia vital en numerosas fases del desarrollo histórico. Más aún, los estamentos pueden actuar influyendo de manera directa en el funcionamiento del mercado, y así pueden afectar causalmente las relaciones de poder.
Pueden nombrarse muchos ejemplos en que los hombres han trazado distinciones claras entre posesión económica y privilegio estamental. La posesión de propiedad material no es siempre, de ninguna manera, una base suficiente para ingresar en un estamento dominante.
Weber insiste en que, si bien la condición de miembro de un estamento “normalmente se halla más bien en radical oposición a las pretensiones de la pura posesión de bienes” se da sin embargo el caso de que a largo plazo, la propiedad se reconoce con extraordinaria regularidad.
Tanto la condición de miembro de una clase como la de un estamento pueden ser una base de poder social. Pero la formación de partidos políticos es un influjo ulterior, analíticamente independiente, en relación con la distribución de poder. Un partido designa cualquier asociación voluntaria que pretende conseguir el control directivo de una organización con el fin de poner en práctica determinada política dentro de ella.
El crecimiento del Estado moderno ha traído consigo el desarrollo de los partidos políticos en masas, y la aparición de los políticos profesionales.
Un orden político en el que el reclutamiento de personas para ocupar los puestos de poder se realiza entre los que viven para la política, se saca necesariamente de una élite de propietarios, que son generalmente más rentistas que empresarios.
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